Científica argentina crítica el manejo de la pandemia: “Se hicieron las cosas mal en la Argentina”

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Sandra Pitta, doctora en Biotecnología, egresada de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora adjunta del Conicet desde el año 2002 – especializada en ciencias agrarias y biología celular- cumple un rol fundamental con su voz valiente, aguda y comprometida como representante de la ciencia local.

Con la llegada de la pandemia al país y la declaración del ASPO (Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio) el 20 de marzo 2020, Pitta defendió la cuarentena del comienzo como una medida anticipatoria-instrumental para la planificación y optimización del sistema sanitario. Luego criticó las extensiones sucesivas que dictaron las autoridades nacionales sobre el confinamiento social. Pitta destacó modelos de gestión de la pandemia como el sueco, el alemán o el singapurense porque explicó que “perpetuar los confinamientos es contrario al orden natural. ¿Acaso vamos a estar encerrados durante 3 años hasta que surja una vacuna?”, se preguntó la investigadora.

Las últimas cifras de infectados y muertos en la Argentina -871.455 casos y 23.225 muertes – que permiten mensurar cómo funciona la situación de la pandemia ponen en valor algunas ideas anticipatorias de Sandra Pitta sobre el COVID-19.

A Pitta también se la puede considerar como la científica argentina que más incomoda al presidente de la Nación Alberto Fernández. Esta farmacéutica, biotecnóloga e investigadora del Conicet fue la primera de las 300 firmas que respaldaron en mayo pasado – dos meses después de haberse desatado la pandemia en el país – un documento contra el Gobierno que sostuvo que «la Argentina vive una infectadura, porque el Gobierno avasalla derechos con argumentos infectológicos”. Un título que resultó sugestivo y provocador, pero que los firmantes y Pitta en particular destacaron que fue en referencia a las decisiones del “confinamiento eterno” de las autoridades sanitarias Nacionales sobre la pandemia, que -entre otros- pulverizaron la economía, la educación y la salud mental de los argentinos.

Afirmó que es difícil hablar de infectados y muertos porque no contamos con datos precisos. Se pueden proyectar a partir de la información que tenemos, pero vale aclarar que ningún país tiene datos certeros. Al mismo tiempo, no se puede testear a toda la población. Pero cuanto más se hace, mejor será la estimación que uno tiene de los infectados. En Argentina, se testea muy poco en comparación con el resto del mundo. Si no conocemos la cantidad de infectados ni tampoco se la puede estimar bien, nunca se sabrá el grado de letalidad del virus. En el resto del mundo se hicieron más testeos, hubo más control y aislaron a las personas o zonas en las que se registraba la presencia de coronavirus. Digamos que se trabajó con mucha más precisión.

La combinación entre desinformación, encierro prolongado y ánimo social desgastado son factores que de una u otra manera inciden en el sistema inmunológico y facilita el ambiente propicio para el desarrollo de este virus. Estamos en una situación de tanto caos en cada provincia, en cada municipalidad, que es muy difícil ordenar lo que ya se ha desordenado casi por completo. Cada uno tiene una pieza del rompecabezas, pero nadie se sienta a armar el rompecabezas, sentenció la investigadora. (I)

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