En 2017 en la Argentina se ofrecieron 2969 cargos médicos, pero solo se cubrieron 1036. Poco más de un tercio. Había un número estable de nuevos graduados en el país, pero las residencias no lograban cubrir las vacantes.
La distribución de profesionales de la salud estaba concentrada en la ciudad de Buenos Aires, mientras que las provincias con la tasa más baja de médicos por habitante eran -y aún son- Santiago del Estero, Misiones, Formosa y Chaco.
«Muchos de esos cargos en el interior empezaron a ser demandados por nosotros, pero antes necesitábamos la validación», dice Villalobos.
En febrero de 2018, Venezuela ingresó al grupo de países con los que la Argentina tiene un convenio para el reconocimiento de títulos académicos. «Los médicos venezolanos pudimos empezar los papeles para incorporarnos en el sistema de salud argentino», cuenta Briceño.
Desde entonces -según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)- de los 145.000 venezolanos que residían en el país hace dos años, 593 son médicos y ya cuentan con licencia para ejercer. Hay un 26% de psicólogos, 20% de médicos clínicos, 20% de odontólogos y un 18% enfermeros. En todos los casos, la mayoría son mujeres.
«Hoy hay otros 600 médicos venezolanos en el país que pronto recibirán su convalidación», dice Villalobos.
En mayo de 2018 todas las provincias decidieron incorporar médicos venezolanos en sus centros de salud, y las propias autoridades eran quienes convocaban a cubrir los puestos.
Las primeras en ofrecer oportunidades fueron Río Negro, Tierra del Fuego y Chubut.
En Chubut, la cantidad de médicos es menor que en centros asistenciales similares a los del centro del país. Trabajan con menos profesionales, pero su dedicación horaria es mayor y el salario suele ser más alto que en otros distritos.
Luz Urdaneta es médica anestesista, tiene 50 años y llegó de la ciudad de Bolivar, Venezuela, en junio de 2018.
«Chubut es lindo, pero aquí hace mucho frío», dice.
Luz trabaja en el Hospital Rural de Sarmiento. Llegó hasta allí por una convocatoria del Ministerio de Salud, luego de convalidar su título de la Universidad de Oriente, con el que ejerció durante 21 años.
«Había escuchado que se tardaba mucho tiempo, pero empecé los trámites ni bien llegué porque quería seguir con mi actividad», cuenta Luz.
Urdaneta tuvo que esperar seis meses hasta tener su licencia. Mientras tanto trabajó como cosmetóloga en un local de la porteña avenida Corrientes.
En el Hospital de Sarmiento hay 15 médicos y 14 enfermeras. Ella está acompañada por otra colega venezolana, ginecóloga. «Somos pocos, pero todo funciona muy bien y los pacientes tienen muchos beneficios. Nada que comparar con Venezuela. Yo me fui luego de pasarme del sector público al privado. No teníamos ni jeringas», cuenta.
En Sarmiento, Urdaneta vive con su esposo y su hijo en una casa que le otorgó el Estado. Trabaja seis horas todos los días, atiende consultas y dice que «el sueldo es muy bueno»
El año pasado, la Dirección Nacional de Migraciones entregó 60.687 radicaciones temporarias y 9.844 permanentes a ciudadanos venezolanos.
Según un relevamiento de la OIM, la mitad de ellos declaró ser universitario, en muchos casos incluso con posgrados. (LN)